En un trayecto de aproximadamente 1800 km, desde Santiago de Chile hasta Arica, en la frontera norte con Perú, hemos conocido playas perdidas, llenas de aves protegidas en peligro de extinción y colonias de focas durmiendo en las calas; más de 500 kilómetros de desierto y montañas gigantes que obligan a la ruta a hacer recorridos caprichosos a su alrededor, pero que también regalan una vista espectacular del cielo por la noche. Las estrellas se te echan encima y la vía láctea te deja un buen rato himnotizado mirando hacia arriba.
Paisajes cambiantes cada pocos kilómetros según la latitud y la longitud. Nada en muchísimos kilómetros a la redonda. Los Vilos, Copiapó, Antofagasta, Iquique y, finalmente Arica. Ciudades "oasis" en medio del desierto gigante que nos sirvieron de paradero para trabajar la música y dormir cuando no lo hacíamos en medio de la nada.
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