martes, 24 de mayo de 2011

¡Hola Perú!

     Con este spot me pongo al día. Intentaré escribir más asiduamente las próximas veces.

     No son pocas las cosas que nos han ocurrido desde el paso de la frontera. En este momento me encuentro alojado en la casa de unos amigos, que nos han permitido quedarnos con ellos. El cómo hemos llegado hasta aquí es una historia algo más compleja. Para ello debemos retroceder en el tiempo, de nuevo hasta Arica (Chile).

     Al siguiente día de llegar a Arica nos reunimos, como estaba previsto, con Margaux y Liz, antiguas amigas de Nantes (Francia), convertidas ahora en magníficas artesanas de cuerda y piedra. Viajando con ellas se encontraba Cristian, amigo peruano malabarista que se unía al viaje. Nos quedamos en Arica unos días tocando música para conseguir el dinero para los billetes de bus. Una vez los conseguimos partimos hacia Tacna, primera ciudad peruana después de la frontera, y de ahí a Arequipa, una de las grandes ciudades de Perú, al pie de tres volcanes (El Misti, Chachani y Pichu-Pichu). Tras 8 horas de bus llegamos por la mañana y nos hospedamos allí unos días, los cuales aprovechamos para trabajar.

     A partir de ahí empezamos a notar que Perú era totalmente diferente de Chile, y de cualquier país europeo en el que hayamos estado. Según Samir era más parecido a Marruecos por su descontrol en las carreteras, pero la vida intensa en la calle. Cada avenida está llena de comerciantes, mercados, niños jugando en plena carretera sin tener en cuenta los coches que puedan llegar... pensándolo bien me recuerda a Andalucía en los primeros años de mi vida.

     Cuando conseguimos el dinero para el billete a Lima (después de dos días), al fin cogimos el bus que nos llevaría hacia la ciudad destino, después de 2 semanas de viaje. Claro que la ruta de este bus no sería corta... 18 horas de curvas, subidas y bajadas por la panamericana peruana, entre montañas más montañas. Barrancos y playas llenas de alcones y pájaros "quebrantahuesos" recuperando la carroña que dejaban las olas en las rocas. Al fin en Lima, no tuvimos problemas para ubicar la casa en la que estaban alojados Joselito y Angie, a los cuales dimos una gran sorpresa al llegar. Fue un reencuentro bastante emotivo y muy intenso. A las 2 de la mañana. En cuanto nos contamos nuestras historias el cansancio nos venció y dormimos cada uno donde pudo, encima de las mochilas y los instrumentos.

     Al día siguiente tuvo lugar la esperada boda de Joselito y Angie. Llegamos a tiempo, justo el día antes, y todo pasó bien. Al fín llegaba ese día al que nos costó tanto llegar. Ambos se casaban en una ceremonia colectiva, entre un centenar de novios que realizaban el mismo ritual, presidido por el alcalde, en uno de los parques municipales de la ciudad. La verdad es que me pareció algo fría, algo hecho de manera "rápida", y es que aquí es normal para las parejas que tienen recursos limitados (la mayoría). Después de eso nosotros nos encargamos de dar a esa ceremonia una fiesta merecida, y no tardamos en llamar la atención de todo el parque. Cantamos, tocamos, bailamos, comimos, reimos y, en definitiva, lo celebramos a lo grande. Finalmente el día tan esperado tuvo su repercusión esperada.

     Después de aquello decidimos trasladarnos al centro de la ciudad, ya que Liz preparaba su retorno a Francia y tenía bastantes papeles que arreglar. Joselito y Angie se unieron a nosotros. Ya éramos 8. Y los días los pasábamos tocando música y disfrutando de la ciudad y su gente.

     Llegó el día de la despedida de Liz, el pasado jueves 19 de mayo, día que modificaría radicalmente nuestros planes. Nos levantamos bastante temprano para acompañar a Liz al aeropuerto. Todo pasó normalmente. Después nos fuimos directamente a tocar música por los buses de la ciudad. Volvimos al hotel aproximadamente a las 6 de la tarde, para darnos cuenta de que habían entrado en el hostal, en nuestra habitación, y nos habían robado todo lo que teníamos. Afortunadamente yo tenía todos los documentos conmigo, y los instrumentos también. Sin embargo, Samir y Charles sí perdieron los documentos, lo que ha modificado los planes de los días siguientes, los cuales han estado llenos de trámites, oficinas, embajadas, comisarías, etc. Son cosas que pasan y, afortunadamente lo hemos asimilado bastante bien. Ahora viajamos muy ligeros y conservamos las herramientas y las ganas de trabajar y avanzar el proyecto que empezamos. Estamos más unidos si cabe, y todos los papeles están ya arreglados.

     Debido al percance con el hostal (sospechamos que ellos estaban relacionados con el robo), nos hemos trasladado de vuelta a la casa en la que se alojaba Joselito y Angie antes de que nosotros llegáramos, y ha sido una idea bastante buenas. Somos 10 inquilinos, entre músicos, malabaristas, clowns y pintores. Todos trabajamos en la calle y cada noche nos reunimos todos y hacemos música, malabares, acrobacias de circo, etc. Es una experiencia bastante agradable.

Fiesta de cumpleaños de Auki, el niño de la casa, hijo de Gladys y Leo.

Orquesta sinfónica e interpretación de la sinfonía del"Correcaminos"
      Hasta aquí la historia por el momento. Nuevos planes van tomando forma, y en unos días nos iremos de Lima para volver a recoger a la cacharra y continuar el viaje, seguramente dirección a Pucallpa, en la selva peruana, donde nos espera un nuevo trabajo en una comunidad nativa, pero es pronto aun para hablar de eso. En la próxima historia tal vez.

    

lunes, 23 de mayo de 2011

La panamericana chilena

     Este email corresponde al día 9 de mayo, según mis anotaciones. La panamericana es una autovía que atraviesa toda América de norte a sur. Llega desde la punta sur de sudamérica hasta el norte de Alaska y el estrecho de Bering. Tras dos semanas de estancia en Santiago de Chile y conseguir la furgoneta ya tocó salir a la carretera. La panamericana chilena solo seria otra carretera más si no fuese por las maravillas que la rodean a ambos lados.


     En un trayecto de aproximadamente 1800 km, desde Santiago de Chile hasta Arica, en la frontera norte con Perú, hemos conocido playas perdidas, llenas de aves protegidas en peligro de extinción y colonias de focas durmiendo en las calas; más de 500 kilómetros de desierto y montañas gigantes que obligan a la ruta a hacer recorridos caprichosos a su alrededor, pero que también regalan una vista espectacular del cielo por la noche. Las estrellas se te echan encima y la vía láctea te deja un buen rato himnotizado mirando hacia arriba. 


     Paisajes cambiantes cada pocos kilómetros según la latitud y la longitud. Nada en muchísimos kilómetros a la redonda. Los Vilos, Copiapó, Antofagasta, Iquique y, finalmente Arica. Ciudades "oasis" en medio del desierto gigante que nos sirvieron de paradero para trabajar la música y dormir cuando no lo hacíamos en medio de la nada.


     Una vez llegamos a Arica hemos decidido dejar a la cacharra en un taller especializado en Volkswagen Combi para ponerla a punto. Dejarla descansar ahí y coger un bus hasta Arequipa (Perú) y después hacia Lima para llegar a tiempo a la boda de Joselito. Cosa que aun no teníamos nada clara, ya que la boda era un día antes de lo que pensábamos y Lima estabna más lejos de lo que pensábamos.

La Cacharra, la nueva compañera de viaje

     Ha pasado tiempo desde que escribí la última vez aquí, pero solo tengo tiempo dependiendo de por donde me mueva en cada momento. Para que no se pierda el hilo de la historia continuaré desde la última vez que escribí.

     Tras dos semanas en Santiago de Chile, llegó el momento de partir hacia el norte. Destino: la boda de Joselito, en Lima (Perú). Teníamos casi 3000 km por delante. El viaje no lo podríamos haber hecho sin la nueva integrante del grupo: La Cacharra.

   
 Esta furgoneta tan linda es la que nos ha llevado y nos llevará por las largas rutas de sudamérica. La tratamos con mucho cariño para que dure con nosotros el máximo tiempo posible, ya que será nuestra casa, nuestra escena para espectáculos y muchas cosas más. 
    
     Además para mí fue uno de los motivos para soñar con este viaje que estamos haciendo. Cuando aun no existía este proyecto y solo soñábamos despiertos, ya pensábamos en la Cacharra, en el vehículo que nos ayudaría a hacer realidad aquella fantasía.


     Actualmente se encuentra en Arica, poniéndose a punto, porque le queda una ruta larga y dura, y no queremos forzarla demasiado. Deberá recorrer largos tramos de costa, desierto, altas montañas y selva. El por qué está allí forma parte del siguiente spot: La panamericana chilena.